Escrito por Gersson Pontaza
(Imagen de una mujer en silla de ruedas en una oficina trabajando. Imagen de WIX)
A través de la historia existen actitudes, paradigmas y estereotipos que han creado obstáculos al momento de comunicarse, referirse o dirigirse a una persona con discapacidad. En la mayoría de casos, estas actitudes surgen por la desinformación y falta de sensibilización en los diferentes temas de discapacidad. Por lo anterior, desde Colectivo de Accesibilidad queremos compartir información que pueda orientar a la población que no tiene discapacidad y desea conocer más sobre cómo promover la inclusión en espacios académicos, laborales y/o culturales.
Es importante señalar que la discapacidad no es una enfermedad sino una condición. Esto no significa que una persona sea incapaz o que no pueda vivir de forma autónoma, sino que su misma condición hace que pueda requerir y necesitar de apoyos o ayudas técnicas para realizar alguna actividad. Por ejemplo, las personas ciegas, las personas sordas o los usuarios de sillas de ruedas en su mayoría están perfectamente saludables y su discapacidad únicamente surge cuando no existen documentos en braille, sitios web accesibles, programas o videos con subtítulos, intérpretes de lengua de señas, rampas o baños accesibles, entre otros factores que, al no tenerse, impiden una inclusión plena y efectiva en igualdad de condiciones. Lo anterior demuestra que la situación de discapacidad puede desaparecer si eliminamos las barreras en el entorno de las personas.
Los conceptos sobre la discapacidad han evolucionado por lo que se ha vuelto más frecuente observar a personas con discapacidad trabajando y aportando sus conocimientos en diferentes instituciones privadas, públicas u organizaciones internacionales. De manera que las personas con discapacidad que han tenido la oportunidad de demostrar los talentos que poseen, han roto el paradigma de que esta población únicamente deben ser objeto de la caridad debido a su improductividad. De acuerdo con lo anterior, se puede inferir que únicamente se necesita que la sociedad cree las condiciones apropiadas para que las personas con discapacidad construyan un proyecto de vida digno, accesible, autónomo e independiente.
Además, se deben evitar los enfoques asistencialistas en donde se asumen perspectivas paternalistas y se promueve la dependencia, pues si bien cada persona con discapacidad tiene diferentes necesidades y requieren de apoyos específicos, los cuales se deben garantizar a través de ajustes razonables o asistencias, no se debe catalogar a las personas con discapacidad como inactivas o incapaces; pues se pueden desarrollar en igualdad de condiciones en la sociedad si se eliminan las diferentes barreras que enfrentan.
En conclusión, lo anterior nos hace entender que las personas con discapacidad tienen muchas competencias y habilidades que las hacen completamente capaces, por lo que el paradigma de “no pueden” es falso puesto que “sí pueden” pero de diferentes maneras, y siempre y cuando la sociedad les provea el apoyo y ayudas técnicas específicas para cada persona.
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